jueves, 18 de abril de 2024

Periodismo y vergüenza

Un golpe en el pecho en la última fría mañana de Diciembre.

Encuentran el cadáver de Diana Quer, una joven madrileña de dieciocho años desaparecida en agosto de 2016 en una pequeña localidad gallega.

Ha sido asesinada por un hombre de 41 años, estrangulada.

Estamos hablando del que ha sido probablemente el caso más mediático de los últimos tiempos.

En este año y medio, la familia de Diana no solo ha tenido que soportar su ausencia, el dolor de no saber dónde está, o en qué estado. También, han tenido que ver cómo difamaban los medios de comunicación su imagen. La han tachado de «facilona», de fiarse de chicos que conocía por internet, han criticado cómo iba vestida, (recordemos que llevaba un pantalón corto en agosto, y aun así la acusaron de ir provocando), han llenado horas y horas de programas en pleno prime time con problemas familiares de sus padres y hermana, se han metido en casas de vecinos para enseñar cómo era la casa de la desaparecida, dónde veraneaba, o sus bienes materiales. Como si todo eso fuese a ayudar a encontrarla.

Se llama morbo, se llama no tener profesionalidad ni haberla conocido nunca. Se llama anteponer tu sueldo de mercenario a el dolor de una familia.

No valen vuestras condolencias, ya ni si quiera vale vuestro perdón. Todo lo que digáis a partir de ahora cae en saco roto. No creemos en vuestras caras de pena dando la noticia de que ha sido encontrado su cadáver, porque nunca os importó. Solo esperabais una nueva disputa entre los padres de Diana, como aves de carroña, para sacarla en vuestro puto programa y hacer de sabedores de todo y justicieros de vuestra verdad.

No os merecéis llamaros periodistas, por mucho título que tengáis colgado en la pared. Porque ser periodista significa ser esclavo de la verdad, cueste lo que cueste. Ser periodista es saber que la palabra puede ser un arma que puede acabar con la más grande de las injusticias. Ser periodista es poner a disposición tu pluma al que no tiene voz, al débil.

Para hacerse llamar periodista, hay que tener altura moral y ética. Por eso nunca seréis periodistas, porque sois carentes de la voluntad de hacer el bien con vuestro trabajo, porque ensuciáis la información y la convertís en humo. Y detrás de todo ese humo, siempre, hay gente que sufre.

Hoy el feminismo llora a otra hermana, hoy nos acordamos de la suerte que hemos tenido todas las veces que al ir solas por la calle, mientras nos perseguía un hombre o nos gritaba, hemos podido llegar sanas y salvas, hemos podido contarlo.

La lacra machista ha teñido otra vez de negro el destino de una de las nuestras, y en cierto modo, también un poco el nuestro. Porque cada vez que otra mujer es asesinada, maltratada, violada, nos volvemos más grises, algo dentro de nosotras se apaga, pero a su vez enciende las ganas de convertir la rabia en un arma poderosa para cambiar la realidad.

Mientras se nos sigue juzgando, culpando, atropellando con opiniones que para nada juegan a nuestro favor, nosotras seguimos construyendo una red feminista, en la que absolutamente todas somos necesarias y bienvenidas.

Tus hermanas nunca te van a olvidar, ni a ti, ni a ninguna otra.

Que la tierra te sea leve.

“Yo vine a este mundo para ser libre y no esclava. Vine para vivir, no para figurar como una mera existencia. Vivo para ser persona y no objeto. Con mis pies aparto toda etiqueta con la cual se pretende controlarme. Me tomo la atribución de cuestionar las verdades asumidas y de hacer profano lo que por siglos se ha tenido por sagrado.”

Nastreen Amina

Colabora con La Dialéctika

Acerca de Mamen Sáez

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Comunista, republicana, atea, feminista, antifascista, anticapitalista, militante de base. Periodismo en la UCM. Extremeña perdida en Madrid. BRUJA

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