sábado, 20 de abril de 2024

Walter Benjamin o la necesidad de su pensamiento

Walter Benjamin es uno de esos autores que el marxismo en la actualidad está intentando rescatar. Uno de los pilares en lo que se asienta este rescate de su obra y pensamiento es su espíritu de predicción, el cual se puede ver en la masificación de la sociedad, la estetización de la política, etc. Es un pensador que con el paso del tiempo se ha vuelto más vigente y necesario, sobre todo si nuestro análisis versa en el cómo el capitalismo monopolista en el que vivimos afecta a nuestra vida cotidiana con relación a la obra de arte. Antes de seguir me gustaría hacer una aclaración: por obra de arte hay que entender desde un disco de La polla records hasta los cuadros que se encuentran en el Museo del Prado.

En estas pocas líneas voy a tratar uno de los libros fundamentales de su pensamiento: La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Este gran ensayo comienza con una de las mejores introducciones: Benjamin nos dice desde el principio que los conceptos que se van a poner en juego en el ensayo no los va a poder utilizar una teoría del arte fascista, sino que solo lo puede utilizar una teoría del arte comunista, es decir, una teoría del arte que tenga unas exigencias revolucionarias y emancipadoras. Con esta aclaración, nuestro autor nos demuestra el carácter fundamentalmente político que puede llegar a tener una teoría del arte, por mucho que en los diferentes niveles de la educación nos diga lo contrario.

El origen de la obra de arte se encuentra enmarcado dentro de la tradición, es decir, dentro de un contexto histórico-político determinado y dominado por la economía. Cuando habla de tradición, no se refiere a la tradición que podemos entender en la actualidad, sino a un pasado que tenía unas reglas de juego determinadas a las cuales no podemos volver, sino que tan solo podemos hacer explícitas ya que el juego se ha pedido. Por ejemplo, podemos saber cómo vivían en la polis griega, pero no podemos vivir como vivían. En este entrado la obra de arte tiene algo así como un aura, pero no solo la obra de arte sino también los objetos naturales porque “descansar en una tarde de verano y seguir con la vista una cordillera en el horizonte o una rama que arroja su sombra sobre el que descansa a eso llamamos respirar el aura de las montañas o de esta rama.” Con ello, corroboramos que el aura no es algo inmaterial, sino que pertenece a las cosas mismas por el mero hecho de serlas y encontrarse fuera del capitalismo y posee un valor de uso o valor cultural, es decir, nos dice lo que somos como seres humanos.

Sin embargo, como bien sabemos, el capitalismo es un agente destructor de todo. En este contexto, bajo condiciones capitalistas todo lo que hemos dicho que tiene aura deja de tenerlo y pasa a ser una mercancía, es decir, algo que solo tiene valor de cambio. Por ejemplo, la rama del árbol bajo el capitalismo no se ve como un cobijo de sombra, sino más bien como un trozo de madero con el poder comerciar. Por tanto, bajo condiciones capitalistas se produce un atrofiamiento el aura de las cosas y, especialmente, el aura de la obra de arte.

La obra de arte ya no se ve como algo que tiene un valor cultural, sino que este cuadro en el mercado vale tanto dinero; esta música en el mercado vale tanto dinero; esta obra de teatro en el mercado vale tanto dinero; esta danza en el mercado vale tanto dinero. Con todo ello, lo que se consigue es una conmoción en lo transmitido, destruyendo nuestra propia tradición y produce lo que han denominado “movimientos de masas”. Sin embargo, no nos podemos quedar en esto como mucha gente hace, es decir, aceptar que hay un élite (ya sea económica o intelectual) que ha de guiar a las masas. Nada por el estilo. Lo que tenemos que conseguir es politizar el arte para que nuestra sociedad se politice y así, los oprimidos nos organicemos para llevar acabo la transformación de nuestra realidad. Lo que debemos buscar con la politización del arte es alcanzar un mayor nivel de conciencia para conseguir una organización bella, y en tanto que bella, libre y en tanto que libre, desligada lo máximo posible del capitalismo. Porque nuestro fin no es otro que conseguir lo que Marx llamó “Reino de la Libertad”, es decir, alcanzar un tiempo libre que solo se da en una sociedad libre, mientras que tenemos que huir de un tiempo de ocio el cual solo pertenece a una sociedad represiva y capitalista.

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Acerca de Mario Sánchez-Pardo Olivares

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Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de los que se trata es de transformarlo. (XI Tesis sobre Feuerbach, K. Marx)

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