martes, 19 de marzo de 2024

Prostitución normalizada entre los parabrisas

La prostitución representa la mezcla entre patriarcado y capitalismo. Con esta frase tan lapidaria empezamos este artículo reflexivo, que no pretende si no hacer ver lo que hemos normalizado en nuestra vida y que se hereda generación tras generación.

Para explicar la frase del principio tenemos que tener en cuenta varias preguntas, ¿por qué es una mezcla? ¿cómo vemos esto representado en la sociedad tanto de ayer como de hoy en día? Estas dos preguntas serán la parte central de la tesis de este artículo.

La respuesta a la primera pregunta se debe a que el patriarcado ve a las mujeres como objetos, es decir, como cuerpos que dependen de un varón, porque suponen que no tenemos la suficiente cabeza para dirigir nuestras vidas sin la presencia de un hombre. Acorde con la filosofía de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, las mujeres somos siempre mencionadas como objetos (otro) porque nos miran en relación con el hombre (uno) y no como un sujeto en sí mismo. Por eso en muchas ocasiones hemos escuchado que se nos mencionan de esta manera:  madres, esposas, hijas, abuelas, hermanas, etc.  Estas mujeres están “bajo la protección” de un hombre y, por tanto, no se puede usar sus cuerpos para uso y disfrute del sexo masculino.

Un ejemplo de lo que estamos explicando es el término “mujer pública”, se entiende en castellano como prostituta, porque sus cuerpos son libres de referencias masculinas y cuyo significado es completamente distinto del término “hombre público” al que se define como hombre que tiene presencia en la sociedad. Volviendo a que sus cuerpos son libres, se refiere a que no están “bajo la protección” de un varón, por tanto, se pueden usar siendo irrespetuosos con estas mujeres que no dejan de ser personas. Y aquí viene el uso del capitalismo en las mujeres que es el uso de estos cuerpos “desprotegidos” para comercializarse y venderse, se usa su cuerpo como si se tratara de un pedazo de carne que se puede comprar en el mercado.

Es momento de responder a la pregunta: ¿cómo vemos esto representado en la sociedad tanto de ayer como de hoy en día? Vivimos tiempos de igualdad formal, pero vemos silencio e hipocresía que encubre a los puteros, se trata con aceptación social y seguramente hemos oído muchas veces que es algo inevitable, porque la “abnegada” esposa no cumple con los deseos sexuales del marido y por eso es perdonable.  Últimamente se intenta captar a hombres más jóvenes con la publicidad que se ve en internet, en periódicos, en los parabrisas de los coches, en despedidas de soltero y en viajes programados por agencias[1].

Esto vuelve a demostrar la normalización que tenemos en nuestra sociedad de que se use la publicidad para vender productos, y no cualquier producto, sino cuerpos de mujeres. La publicidad de prostitución en los parabrisas de los coches es ilegal y sin embargo, seguimos viendo esos papeles cada día. Nos presentan octavillas con mujeres sin rostro, desnudas o semidesnudas y con mensajes como »chica independiente», »jovencita dispuesta a todo», »madurita caliente y besucona», mensajes para definir a esas mujeres que el heteropatriarcado permite maltratar, esos cuerpos »desprotegidos» del varón de los que se puede abusar.

Sin tratar de esconder que el verdadero problema es la prostitución, esta publicidad está consiguiendo normalizar esta situación desde lo cotidiano, en el día a día de nuestros barrios. Incluso hemos conocido a través de la edil Carlota Merchán en un artículo de El Mundo que hay a chavales en los recreos intercambiando estas octavillas como si fueran cromos para coleccionarlos y comentar las diferencias con sus compañeras.

En Vallecas es una de las zonas donde más se distribuye esta publicidad, en los presupuestos participativos del Ayuntamiento que se votaron este año, encontrábamos muchas propuestas similares, pidiendo que se acabara con este acoso de anuncios. Esto hay que combatirlo y desde Mujeres PCM están solicitando pruebas para denunciarlo al Ayuntamiento de Madrid. Como ciudadanos y ciudadanas podemos recoger todas las octavillas que veamos en los coches de nuestras calles y escribir en ellas la dirección y la fecha (si es posible con hora) en la que se encontraron. Una vez se haya hecho esto se pueden llevar a la sede de IU/PCE de Puente de Vallecas para que puedan evidenciar el volumen y el hastío de la gente.

Queremos nuestros barrios libres de anuncios de explotación sexual. Contra la prostitución y la alianza criminal patriarcado-capital.

[1] Ana de Miguel, Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección, Cátedra, Madrid, 2016, págs. 49-50.

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Acerca de Ana Emecé

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Historiadora y feminista

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